Pobres piedras las que piso
mientras busco tus pisadas,
se quejan y no paran
como niñas asustadas.
Hay veces en que grito
recordando tu mirada,
y el frío me rompe la piel
como una afilada espada.
Los animales me consuelan
y me secan las gotas,
gotas que derramaste por mi cara
con tus rotas palabras.
Los árboles de este bosque
me quieren abrazar,
me dicen que me calme
y que ya no llore más.
Las crueles manzanas,
y las fresas envidiosas,
se ríen de mí
mas no lo hacen las rosas.
Me quedo dormida
sobre el pasto que acaricia,
y veo las ramas hablar,
ideando un plan para hacerme despertar.
Un día sonreí,
y me devolvieron mis sonrisas.
Ahora estoy en un cálido día
con una mente que, por fin,
está consciente.
"Vivimos en un laberinto, donde buscamos encontrarnos a nosotros mismos perdiéndonos constantemente"
Sofia
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