Capítulo Dos

Me levanté al día siguiente con los ojos hinchados de tanto llorar. Me arreglé para ir al instituto, intentando que el maquillaje disimulara la situación de mis ojos y emprendí mi marcha.
Me encontré con Dayane, mi mejor amiga. Al parecer esta estaba emocionada, mucho. Se acercó a mí y dijo:
- Hola, Lil. Hay estudiantes nuevos… uno de ellos…
Me reí para mis adentros mientras mi amiga me describía a uno de los chicos nuevos, Dayane siempre estaba al acecho.
- … y he escuchado también que están en nuestro curso!
Algo en mi estómago se revolvió inexplicablemente llenándome de adrenalina y me sentí complacida de sentir algo así, por lo que incentivé más a mi amiga.
- Pues ¡qué esperamos! – le dije cogiéndola de la mano para arrastrarla hacia el laboratorio, en el que  teníamos la primara clase.
Cuando llegamos, vimos como todas las miradas estaban puestas en tres chicos sentados en la parte de atrás que conversaban entre ellos. Todos eran musculosos y altos. Uno tenía ojos azules, piel blanca y cabello negro; otro, ojos chocolates, piel morena y cabello café oscuro y el otro tenía ojos color ámbar, piel un poco bronceada y cabello café claro; él, al verme me dirigió una exclusiva y resplandeciente sonrisa. Sin poder evitar el color en  mis mejillas le devolví la sonrisa coquetamente mientras sentía como mi alma daba un grito de emoción al ver a este chico, sentí como si lo conociera desde siempre, como si nos perteneciéramos…
-Uy, al parecer te me adelantaste amiga –dijo Dayane sonriendo pícaramente – ese de allí es del que te he hablado – continuó con un leve gritito señalando con disimulo al de ojos azules que ahora conversaba con el de la sonrisa.
- Cállate –respondí, aún sonrojada y la empujé a uno de los asientos.
El día transcurrió lento y monótono, siempre con la casi imperceptible sensación de que una pieza le faltaba a mi corazón. Dayane y yo tratamos de no distraernos con los chicos nuevos, que se robaban las miradas de todas las chicas del instituto, y nos concentramos en los libros de estudio. Por la tarde, cuando las clases acabaron me disponía a salir del campus, Dayane me llamó corriendo presurosamente hacia donde estaba.
-¡Lil¡ ¡Lil¡ -dijo cuando llegó a mi lado respirando entrecortadamente –  ¿Recuerdas al chico nuevo, el que te casi hace que te desmayaras cuando te miró y te sonrió? Obvio que lo recuerdas, ¡se llama Seth! ¿Y recuerdas al de los ojos azules, mis ojos azules? Su nombre es Dan.
Seth… otra vez la sensación que me advertía que conocía a ese chico más que nadie inundó mi corazón. Sonreí agradeciéndole la nueva información a mi amiga y emprendí el camino a mi casa exultante de alegría: Por fin algo nuevo y emocionante pasaba.
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"Vivimos en un laberinto, donde buscamos encontrarnos a nosotros mismos perdiéndonos constantemente"
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